El desarrollo de la región tiene en alerta roja al mayor pulmón del mundo. Investigadores amazónicos del SINCHI llevan más de una década encontrándose para solucionar problemas. Esta fue la última ocasión.
Uno de los proyectos del Sinchi en el Meta es Mascapaz, apoyado por la Unión Europea. / Gettyimages
Desde el avión, las áreas deforestadas de la Amazonia son como baldosas en medio de la selva. Se pueden contar con los dedos de las manos de camino a Leticia, en la punta sur de Colombia. Aparte de las peladuras, la región es una alfombra verde cruzada por ríos. “Una prueba decisiva” de la humanidad, dijo el papa Francisco, para custodiar el mayor bosque de la Tierra. Un jardín que, desde el cielo, desborda el horizonte con árboles.
Para hablar de esta región, nadie mejor que los investigadores tostados por el sol, o los de manos cuidadosas, que pasan días estudiando desde laboratorios el territorio amazónico colombiano.
Ellos, en su mayoría adscritos en el Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas SINCHI, se juntaron en el último municipio del mapa del 11 al 15 de septiembre. Fueron a exponer sus estudios y reflexiones sobre los diez departamentos cubiertos de bosque.
Al Encuentro Nacional número 13 asistieron 80 investigadores con una tradición sobre los hombros: 24 años de experiencia del Instituto, bases de datos, colecciones biológicas y más de 12.000 archivos sobre el pulmón más grande del planeta...
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