Juan Bautista Monteiro pescador de la comunidad de La Playa e integrante de la Organización TIKA nos deja un mensaje muy especial.
Aunque para nosotros parezca el final, debajo de la superficie la actividad apenas comienza. Muchas especies de peces y macroinvertebrados presentan sus picos de actividad durante la noche, ya sea para alimentarse, desplazarse o reproducirse. Así, mientras en la orilla se apagan las luces, bajo el agua sigue el “after amazónico” al compás de los ritmos naturales del ecosistema. Es la última pieza de esta sinfonía, un recordatorio de que la vida acuática mantiene su concierto incluso cuando el público humano ya se ha retirado.
El delfín rosado (Inia geoffrensis)
posee un repertorio vocal amplio y complejo. Emite silbidos que usa para descansar o mantener lazos sociales, chillidos y gritos cuando está cazando o alimentándose, y pequeños “tic-tac” o golpeteos para comunicarse con otros de su especie.
Lo más fascinante son sus clics de ecolocalización: combinaciones de sonidos y silencios que le permiten orientarse en el agua, detectar presas, evitar obstáculos y moverse en coordinación con otros delfines.
Potamorhina altamazonica, especie de la familia Curimatidae, carece de dientes en ambas mandíbulas, por lo que no pueden marcar el ritmo con estos huesos como otras especies. Su melodía emerge de un par de músculos sónicos que rodean la vejiga natatoria, que, al moverse, emite un sonido rítmico como sí, llevará en su interior un runcho andino o un furruco llanero, instrumentos de percusión por fricción.
Bajo el agua, el motor de las embarcaciones o mejor conocidos como “peque peque” suenan mucho más de lo que imaginamos, amplificando su ritmo casi diez veces. Para los peces y otros habitantes de los lagos, este pulso constante puede convertirse en un reto, dificultando su comunicación e interrumpiendo encuentros importantes. Reconocer este efecto es el primer paso para afinar la convivencia entre nuestras melodías y las de la vida sumergida.
La piraña de vientre rojo (Pygocentrus nattereri) convierte su cuerpo en un tambor acuático. Con rápidos movimientos de unos músculos especiales hace vibrar su vejiga natatoria creando distintos ritmos: golpes graves para imponerse frente a otros peces, pulsos cortos en momentos de tensión y crujidos agudos con la mandíbula cuando persigue a una presa. Como en una batucada brasileña, combina graves, medios y agudos en una percusión natural que hace vibrar las aguas del Amazonas.
Algunos escarabajos como los Dytiscidae convierten su propio cuerpo en instrumento. Rozan delicadamente partes de su exoesqueleto, y así generan vibraciones que viajan por el agua, a esto se le llama estridulación. Otras veces, un movimiento rápido de sus patas o de todo su cuerpo sacude el líquido a su alrededor, creando pulsos y chasquidos.
Son las 11 de la mañana y, aunque el lago parece en calma, bajo el agua la vida no se detiene. El sonido se abre paso entre plantas acuáticas, produciendo un susurro líquido que acaricia hojas y tallos sumergidos. En medio de este murmullo, pequeños macroinvertebrados emiten crujidos y chasquidos casi imperceptibles, mientras que algunos peces se deslizan con movimientos sutiles.
“No, al decir la verdad, aquí, en este entorno que estamos, lo primero que escuchamos son los pájaros, el viento fresco de la naturaleza, y si usted se pone a meditar, yo pongo mi sillita ahí todas las mañanas y a meditar, veo el amanecer… y son cosas maravillosas, por ejemplo, mira estas horas, aquí si nos silenciamos por unos minutos, tenemos sonido de pájaros, el viento entre los árboles”
Fragmento entrevista con Juan Monteiro - Pescador de la Comunidad de la Playa
Antes de empezar el festival, Marisol Valverde nos explica que la bioacústica es una área científica que estudia los sonidos de los seres vivos en su entorno o en el laboratorio. Esto se hace mediante micrófonos especiales llamados hidrófonos. Los científicos como Marisol Valverde Montellano con la ayuda de pescadores como Juan Bautista Monteiro, están empezando a grabar los sonidos de cuerpos de agua dulce para entenderlos mejor. Así, pueden detectar la presencia de especies, seguir sus movimientos, sus comportamientos e incluso detectar señales tempranas de que algo no anda bien en el ecosistema.
A tan solo dos kilómetros al oeste de Leticia, se abre el telón de uno de los escenarios más fascinantes del trapecio amazónico, los lagos Yahuarcaca. Este complejo de 21 lagos interconectados son alimentados por las aguas blancas del río Amazonas y por las aguas negras de la quebrada Yahuarcaca.
Estas aguas que recorren este humedal se convierten en un caudal de notas que alimenta una sinfonía, diversas formas de vida que se unen para generar coros invisibles bajo el agua y comunidades anfibias que interpretan la melodía ancestral del lago, siguiendo el compás de sus crecidas y descensos. Aquí comienza nuestro recorrido sonoro, un festival en el que el cartel de artistas es la naturaleza y el público, todo aquel que se deje envolver por su música.
Sede principal Leticia: avenida Vásquez Cobo entre calles 15 y 16
Sede Florencia: calle 31A # 2e 11 Los Pinos
Sede San José del Guaviare: calle 10 # 25a 06 Barrio El Dorado
Subsede Mitú: carrera 14 # 10 - 37 Centro
Estación de trabajo Puerto Leguízamo: carrera 3 N° 2 - 19, Barrio Centro
Subsede Puerto Asís: carrera 30 # 9 - 118 Barrio Modelo
Sede de enlace Bogotá: calle 20 # 5 - 44
Teléfonos: +57 (601) 4442060
Sede Inirida: calle 21 # 9 - 22 Barrio Los Comuneros
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de lunes a viernes de 7 a.m. a 12m y DE 2 p.m. A 5 p.m.
Horario de atención sede de enlace Bogotá:
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Contacto: [email protected]
(los asuntos de carácter judicial serán igualmente atendidos por este correo electrónico)