Un inventario biológico publicado la semana pasada, evidencia que las formaciones rocosas únicas del Guaviare son uno de los puntos más biodiversos del sur del país. El reto es protegerlo.
A finales de septiembre de 2016, una ventana de oportunidad que no se daba hace 52 años se abrió. La mayoría de hombres y mujeres del Frente 7 de las Farc se movieron a la Zona Veredal de Transición de Charras y Colinas, en Guaviare. Hacía años que habitaban las serranías del noroccidente de ese departamento, donde están las imponentes rocas del Escudo Guayanés, una de las placas terrestres más antiguas del planeta.
Estas formaciones comienzan en la Orinoquia y más al sur, que componen la Serranía del Chiribiquete, están a escasos 20 minutos de San José del Guaviare y son conocidas como El Capricho, Mirolindo, Cerritos y La Lindosa. Desde el aire se ven como ellas solas: no hay ninguna otra formación rocosa en el mundo como esta. A sus alrededores, albergan un mosaico de coberturas vegetales: desde bosques amazónicos y herbazales del Orinoco, hasta rocas similares a las del Escudo Guayanés. Es un punto de confluencia entre regiones que no había podido ser estudiado...
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