Elizabeth Riaño Umbarila
Carlos Ariel Salazar Cardona
Libro
2018
978-958-5427-04-4
4 tintas
65
“Si piensas de acuerdo a las líneas de la naturaleza, entonces piensas apropiadamente”.
C.G. Jung
En el mes de septiembre del año 2000 fue adoptada la Declaración del Milenio, por 189 países en el marco de la Asamblea General de Naciones Unidas. Se comprometieron a que en un plazo de quince años, se alcanzaran ocho objetivos enfocados en la solución de problemas del desarrollo a nivel global. Estos fueron los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). Luego, en 2012, durante la Conferencia de Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible (Río+20) se reconocieron los avances logrados por los países en el marco de los ODM y se planteó la necesidad de ampliar la visión del desarrollo previamente contemplada y establecer metas más ambiciosas a nivel mundial para mejorar la calidad de vida de la población. Colombia tuvo un rol protagónico al proponer la estructura de la nueva agenda global de desarrollo, orientada a solucionar obstáculos identificados en la implementación de los ODM.
En septiembre de 2015 los países miembros de la ONU adoptaron la Agenda de Desarrollo 2030, la cual consta de 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y 169 metas para lograr: el fin de la pobreza y el hambre (1-2), la dignidad e igualdad para todos (3-4-5), vidas prósperas en armonía con el ambiente (6-7-8-9-10), sociedades inclusivas y solidarias (11), recursos naturales y un clima protegido para futuras generaciones (12-13-14-15) mediante alianzas sólidas para alcanzarlos (16-17).
La invisibilidad económica de los bienes para la humanidad como los océanos, el aire, la tierra, los bosques, ha provocado la degradación de los ecosistemas, la pérdida de biodiversidad y los impactos negativos en los medios de subsistencia y el bienestar de las personas. El desarrollo aún no está conceptualizado de forma holística, considerando lo que debe protegerse y conservarse, pero la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible examina temas de desarrollo que conceden igual importancia a las preocupaciones ambientales, sociales y económicas. De acuerdo con la iniciativa The Economics of Ecosystem and Biodiversity (TEEB)1, los cuatro ODS ecológicos (6-13-14-15) sustentan la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.
Los ODS requieren miradas globales, nacionales y territoriales para las diferentes problemáticas que enfrentan las sociedades nacionales. También se deben establecer planes y programas para desarrollar en los distintos niveles del territorio. Por esto, en el caso de la Amazonia colombiana ha de valorarse la oferta de su sistema natural, a nivel regional, entendiendo también su sistema de asentamientos humanos con todos los matices que presenta, así como las ciudades y los centros urbanos implantados en la región.
Esto requiere un ejercicio de pedagogía para los habitantes de la Amazonia, de modo particular en sus centros urbanos y ciudades, pues los ciudadanos deben estar informados y tener un conocimiento que les permita valorar la oferta ambiental del lugar donde viven, teniendo en perspectiva un marco amplio de la región amazónica para Colombia y el planeta.
Es necesario reconocer que hay un proceso de urbanización en curso en la región amazónica colombiana y que las políticas públicas aún no lo han incorporado. Encontrar la manera específica de construir las ciudades en la Amazonia no solo en función de la economía urbana, sino considerando toda la riqueza de la urbano-diversidad2 de la región, su historia, su cultura, su entorno natural y su gente, es el reto y la oportunidad que hoy se presenta. Para lograrlo es preciso facilitar procesos de diálogo-reflexiónacción en torno a los temas comunes de la ciudad que aquí se plantean, como un paso importante en el logro de este objetivo y una clara oportunidad del ejercicio de la ciudadanía.
Las ciudades en la Amazonia tienen distinto tamaño poblacional, no pasan de diez los centros urbanos con las características propias de las ciudades. Además de las seis capitales departamentales -Florencia, San José del Guaviare, Mocoa, Leticia, Mitú e Inírida-, las cabeceras municipales de San Vicente del Caguán, Puerto Asís, Villagarzón y Orito toman un perfil cada vez más urbano, superando la condición de los típicos pueblos del país (Salazar y Riaño, 2016). Se puede afirmar categóricamente que no hay ciudades amazónicas ni modelos de ciudad para la Amazonia. Lo específico de cada una es un potencial que propios y extraños deben reconocer, valorar y conocer de tal forma que se afiance su identidad. Con esta pieza divulgativa, el Instituto SINCHI y su Programa de Dinámicas Socioambientales pretende contribuir en ese conocimiento y propiciar diálogos sobre temáticas específicas referidas a las ciudades y al hábitat urbano en la Amazonia. Permitir que el ciudadano amazónico tenga una perspectiva de su ciudad tanto a nivel local, como en el contexto regional que dinamice una ciudadanía activa y participativa en los procesos de aprehender, comprender e incidir en el destino de su propio hábitat. Todo ello en sintonía con la Nueva Agenda Urbana 2016, que impulsa el desarrollo urbano dentro de un marco de sostenibilidad económica, social y ambiental y los Objetivos de Desarrollo Sostenible.