El alma de los humedales es el agua; en algunos fluye de manera constante por el cambio de pendiente o también llamados ambientes lóticos (ríos o quebradas) y en otros se detiene o represa: ambientes lénticos (lagos, lagunas, ciénagas, entre otros). Sus características naturales dependen de la geomorfología de la cuenca, patrones hidroclimáticos de la región, entre otros factores, así como de las transformaciones e impactos que se manifiestan en la calidad y cantidad del agua de estos ambientes.
Los humedales continentales, es decir los que se encuentran en la superficie de los continentes cubren el 9% de la superficie terrestre (Shengjie Hu et al. 2017); no obstante esta pequeña fracción, estos ecosistemas albergan más del 40% de la biodiversidad en el planeta y son fuente principal de agua de mas de 7 mil millones de habitantes.
Las condiciones de las aguas de estos humedales pueden ser múltiples; los hay transparentes (como caño Cristales en la Serranía de La Macarena en el Meta, o Caño Tranquilandia en la Serranía de La Lindosa, en Guaviare), hasta muy turbios como son muchos de los grandes ríos del país como el Magdalena, el Amazonas, el Putumayo y el Caquetá. También hay ríos de colores que deben esta condición óptica a los suelos o zonas geológicas de sus cuencas de drenaje, como la quebrada Las Verdes en el departamento del Caquetá, y Caño Sangre en Mitú, Vaupés; otros son de aguas de color oscuro o negro, muy comunes de observar en pequeños tributarios que drenan las selvas bajas del país como la quebrada Yahuarcaca en Leticia, Amazonas.
Los humedales además de agua, ofrecen múltiples posibilidades para el desarrollo de la vida de la mayoría de organismos acuáticos (que viven toda su vida en este medio) o de otros que se pueden llamar anfibios, ya que una parte de su vida depende de estos sistemas hídricos.
Es tan grande la biodiversidad que de manera directa o indirecta albergan los humedales, que su importancia se aumenta de manera significativa al ofrecer múltiples servicios ambientales como agua para consumo, recreación, purificación del agua, turismo y pesca, base fundamental de sustento y de vida de muchos pobladores que viven o se asocian a los diferentes tipos de humedales del país.
Para que ocurra la vida en estos ambientes deben existir muchas condiciones especiales como la temperatura, el pH, la concentración de oxígeno disuelto, los nutrientes (en especial de nitrógeno y fósforo), los sólidos totales o suspendidos, la velocidad de la corriente, la presencia de vegetación dentro o en las riberas de los humedales, entre otros. Todos ellos en conjunto definen la calidad ambiental del ecosistema y de su potencial biodiversidad presente.
Hay vida que flota, que nada, que se mueve o se sujeta en el agua. Cada tipo es una adaptación al medio que le permite su supervivencia y cada cambio que ocurra en el ambiente, bien sea por procesos naturales o antrópicos, afecta la vida en el agua. Es allí donde nacen los bioindicadores, es decir vida que permite con su presencia conocer la magnitud de conservación o cambio que pueda estar sufriendo el ambiente.
Cada acción humana, transforma de alguna manera los humedales. Es una realidad que no se puede desconocer. Pero lo más importante es poder tener la certeza de qué efectos generan estos impactos sobre los ecosistemas y los organismos que allí habitan.
La limnología permite de manera integral estudiar, analizar y comprender la dinámica natural y el efecto de la acción humana sobre los humedales. Por tanto, es tarea del Instituto SINCHI perpetuar el conocimiento de estos importantes ecosistemas estratégicos que son fundamentales para la supervivencia del hombre.
Algunas preguntas que con frecuencia nos hacemos es cómo desde nuestra perspectiva podríamos hacer para mejorar o cambiar.
¿Qué podemos hacer para mantener los humedales?
Es indispensable, luego de leer los párrafos anteriores, ver que el humedal no es solo el sitio por donde se mueve o se represa el agua, es su cuenca de captación la que se debe comprender, recuperar o restaurar y manejar para el futuro. Un primer paso es reconocer que todo humedal tiene un área contigua que debe ser salvaguardada y protegida, y que es llamada zona o llanura de inundación o ronda hídrica.
¿Cómo podemos disminuir el deterioro progresivo de la calidad de las aguas en los humedales?
Se debe mantener la ribera de los ríos con bosque para que permanezcan estable y evitar arrojar residuos sólidos y sustancias nocivas a los ríos y humedales.
¿Cómo podemos involucrar a la personas y entidades en la protección de los humedales?
Promover el diálogo en todos los niveles de nuestra sociedad, desde el hogar, la escuela, hasta el del diálogo saberes entre las comunidades indígenas, las entidades y los tomadores de decisiones, para la generación e implementación de políticas ambientales tendientes a la conservación y/o recuperación de los humedales.
Establecer programas de cuidado de las riberas de los ríos y pepeaderos (zonas donde los bosques proveen semillas y frutos para la fauna acuática).
Realizar un trabajo mancomunado para definir humedales objeto de conservación, mejoramiento, recuperación y restauración, así como implementar metodologías participativas para el monitoreo en los humedales priorizados que permitan generar sistemas de alerta y prevención.