“Se define como la capacidad que tiene el sistema de producción tradicional de permitir a los miembros de una sociedad indígena estar bien alimentados. Los índices de nutrición son elementos notablemente eficaces para determinar la relación entre alimentación y salud, no obstante este enfoque va más allá, tratando de incluir la percepción local de “comer bien” que supera los aspectos puramente nutritivos integrando elementos como el prestigio o la pertenencia a grupos clánicos determinados por entidades espirituales.
Lo anterior se logra a través de diferentes medios, los cuales permiten una vinculación concreta a esta sociedad: la existencia de ciertas categorías de alimentos —que denotan prestigio o podrían revelar la existencia de ciertos tabúes y prohibiciones—, les permiten conservar un cierto estado de salud, bajo el respeto de las normas y prohibiciones derivadas de la tradición local; junto a ello, la diversificación de los alimentos o abastecerse con cierto productos otorga un grado de bienestar, pues les permite establecer un tipo particular de relaciones con los miembros de tales sociedades; y finalmente los productos de consumo final que se adquieren en las economías locales, que denotan un grado de dependencia alimentaria.
Esta capacidad apunta igualmente a las posibilidades de tener seguridad de almacenamiento; es decir, disponibilidad de contar con alimentos en el mediano y largo plazo.” (Acosta, García, Dubois, 2016).